Cuando la idea de "The Great Dictator" (El gran dictador) empezó a gestarse en 1937 pocos veían en el nazismo una amenaza. Sin embargo, Charles Chaplin ya imaginaba una sátira en donde no solo se permitiría criticar y burlarse de Hitler, sino de todas las dictaduras y el totalitarismo. Para preparar su personaje de "Adenoid Hynkel", Chaplin estudió horas y horas los discursos y arengas de Hitler, a fin de aprender todos sus gestos y tics.
El rodaje del film se iniciaría el 9 de septiembre de 1939, solo nueve días después de que Alemania invadiera Polonia. Chaplin tuvo que afrontar la producción con su propio capital.
Luego de su pre-estreno exclusivo en Nueva York, llegaría a todos los cines de Estados Unidos en Marzo de 1941.
Se sabe que la película fue vista de manera privada por el mismo Adolf Hitler. Hoy sorprende saber que el Führer se habría confesado como gran admirador de Chaplin. Sin embargo, y como era de esperar, "The Great Dictator" no le hizo mucha gracia. Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler, llegó a decir:
«Chaplin es un pequeño judío despreciable».
A pesar de eso, las crónicas afirman que habrían visto la película... dos veces (y esto, hasta parece una broma guionada por el mismo Chaplin).
En Estados Unidos y el mundo, la película logró ser un gran éxito de público y crítica. Aunque algunos sectores reaccionarios acusaron a Chaplin de defender tesis comunistas en la película, algo que siempre fue negado por el cineasta.
El Comité de Actividades Antiestadounidenses, presidido por el senador Joseph McCarthy, terminó poniéndolo en su lista negra. Y en 1952, mientras Chaplin estaba en Inglaterra, el Servicio de Inmigración, a instancias del director del FBI J. Edgar Hoover, le prohibió el retorno a Estados Unidos. No volvería a poner pie en suelo estadounidense hasta veinte años después.
De toda la anécdota nos queda claro algo: Chaplin era un favorito de la gente, pero no de los poderes.
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